En 1817, los cielos de América clamaban por libertad y se escribió una de las páginas más gloriosas de la independencia chilena: la Batalla de Chacabuco.
José de San Martín, el Libertador, guió a sus hombres a través de los Andes, desafiando al hielo con corazones ardientes y ojos en la libertad. Con el sol del 12 de febrero, «Los altos de Chacabuco» fue el escenario de una gesta heroica.
San Martín, como un estratega de antaño, dividió sus fuerzas en dos alas. Miguel Estanislao Soler atacó por la cuesta nueva, mientras Bernardo O’Higgins, con pasión y coraje, avanzaba por la vieja, planeando envolver al enemigo.
Al mediodía, el choque de aceros y el retumbar de cañones resonó como truenos. O’Higgins atacó primero, desatando el infierno sobre las líneas españolas. La batalla verdadera comenzó con Soler uniéndose a O’Higgins, rompiendo las defensas enemigas.
El coronel Rafael Maroto vio su fortaleza caer bajo el valor patriota. Los realistas, pese a su valentía, no pudieron resistir el impulso de la libertad. La batalla, que duró tres horas, dejó a los españoles en retirada, sus estandartes en el polvo de Chacabuco.
Aproximadamente a las 14 hs. culminó la batalla. Los patriotas triunfaron, con pocos caídos, pero su sacrificio fue el precio de la libertad. Los realistas, con filas diezmadas, dejaron atrás armamento y su derrota.
Dos días después, Santiago abrió sus puertas, marcando el inicio de la «Patria Nueva». Chacabuco no solo liberó una ciudad; encendió la esperanza por toda América Latina, un faro de libertad en la noche de la opresión, recordada como un poema épico de coraje y sacrificio, donde cada soldado escribió su estrofa con sangre y honor.
Ese mismo día, en Salala, bajo el mando del Teniente Coronel Juan Manuel Cabot, se aseguró otra victoria vital en la lucha por la independencia.

Fuerzas Patriotas (Ejército de los Andes):
- Soldados: Alrededor de 3,500 a 4,000 hombres.
- Cañones: Se utilizaron aproximadamente 10 cañones de batalla, 2 obuses y 9 piezas de montaña.
- Líderes:
- José de San Martín: Comandante en jefe del Ejército de los Andes.
- Bernardo O’Higgins: Líder de una de las divisiones, la que avanzó por la cuesta vieja.
- Miguel Estanislao Soler: Al mando de la otra división, por la cuesta nueva.
Fuerzas Realistas (Ejército Real de Chile):
- Soldados: Aproximadamente 1,500 a 1,800 hombres.
- Cañones: Aunque no se especifica un número exacto, se sabe que al menos dos cañones fueron capturados por las fuerzas patriotas.
- Líderes:
- Rafael Maroto: Comandante de las fuerzas realistas.
- Francisco Casimiro Marcó del Pont: Gobernador realista de Chile, aunque no comandó directamente en la batalla, su captura fue significativa.
Estos números y detalles son aproximados basados en las fuentes disponibles:
Al día siguiente, mientras el ejército libertador, bajo el mando de José de San Martín & Cía, celebraba y se acomodaba, de la victoria de los Altos de Chacabuco, un evento trágico sacudía las raíces mismas del líder.

Sí al otro día! Su pueblo natal, Yapeyú, en la provincia de Misiones en ese entonces, se enfrentaba a uno de los momentos más oscuros de su historia. La misión jesuítica, que una vez albergó a más de 10.000 almas, se convirtió en el epicentro de una devastación sin precedentes.
Las tropas portuguesas, lideradas por el brigadier Francisco das Chagas Santos, arrasaron con todo lo que encontraban a su paso. Bajo un cielo teñido de rojo por el fuego, Yapeyú fue saqueado y quemado, perdiéndose en las llamas no solo los tesoros materiales, sino también el legado cultural y espiritual de la comunidad. El oro y la plata de los altares, objetos sagrados que habían sido parte de la vida cotidiana y de las ceremonias religiosas, fueron arrancados y llevados como botín de guerra.
Esta invasión no sólo significó la destrucción física del pueblo, sino que provocó un éxodo masivo de su población. Familias enteras, que habían vivido por generaciones en la misión, días previos, y durante se vieron obligadas a huir, buscando refugio y un nuevo comenzar en tierras ajenas. La pérdida de vidas, hogares y tradiciones fue incalculable, y el vacío dejado por esta catástrofe resonaría en el tiempo.
Aunque menor en el contexto de la tragedia humana, cabe destacar que en esta tragedia se perdieron las actas de nacimiento y bautismo de José de San Martín.
Yapeyú, cuna de un héroe y símbolo de quedó en ruinas, y con el tiempo la vegetación invadió el pueblo destruyendo sus edificaciones Jesuíticas, de piedra y teja. Luego vendrían muchos años, colonias Francesas volverían a levantar cimientos, con otra historia y con otra realidad.
